“Hombres y mujeres quisieron reemplazar el sol de la bandera argentina por una estrella roja o por la cara del asesino Che Guevara, mataron militares y civiles, robaron bancos, atacaron al Poder Judicial, publicaron sus crímenes en sus medios de prensa y nos dejaron libros contando sus hechos”, dijo muy suelto de cuerpo el represor Alfredo Manuel Arrillaga al declarar en la megacanje denominada La Cueva, en Mar del Plata, donde es juzgado por delitos de lesa humanidad.
Arrillaga enfrenta el segundo juicio por crímenes cometidos durante la dictadura y ya tiene una condena a prisión perpetua confirmada días atrás por la Cámara de Casación, por la que cumple arresto domiciliario. Tras su encendida defensa del terrorismo de Estado que desplegaron las Fuerzas Armadas, el militar negó ante los jueces Alfredo Ruiz Paz, Lidia Soto, Elvio Osores Soler y Daniel Cisneros haber sido jefe de Inteligencia de la subzona militar XV y segundo jefe del Gada 601.
En tanto, el ex comisario Ernesto Orosco, titular de la comisaría cuarta de Mar del Plata entre 1975 y 1976, admitió que a partir del golpe de Estado su función como comisario fue prestar las instalaciones de esa dependencia para que las Fuerzas Armadas alojaran los presos, pero no pudo recordar que haya visto a detenidos heridos o torturados. Orosco contó que llegaban detenidos a toda hora, hombres y mujeres, que eran alojados en pabellones o en celdas individuales si estaban incomunicados, y agregó que muchas veces esos presos eran sacados de la comisaría por el personal militar y en algunas ocasiones volvían y en otras no. El ex comisario indicó que “por su buen trato a los detenidos, las máximas autoridades militares pidieron su traslado” y lo enviaron a una comisaría rural en la localidad de Maipú.
En este juicio se juzgan los delitos de lesa humanidad cometidos en la comisaría cuarta de Mar del Plata y el centro clandestino de detención conocido como La Cueva, ubicado en el ex radar de la Base Aérea Mar del Plata, así como también en la comisaría primera y en la subcomisaría Villa Díaz Vélez de Necochea.
Arrillaga enfrenta el segundo juicio por crímenes cometidos durante la dictadura y ya tiene una condena a prisión perpetua confirmada días atrás por la Cámara de Casación, por la que cumple arresto domiciliario. Tras su encendida defensa del terrorismo de Estado que desplegaron las Fuerzas Armadas, el militar negó ante los jueces Alfredo Ruiz Paz, Lidia Soto, Elvio Osores Soler y Daniel Cisneros haber sido jefe de Inteligencia de la subzona militar XV y segundo jefe del Gada 601.
En tanto, el ex comisario Ernesto Orosco, titular de la comisaría cuarta de Mar del Plata entre 1975 y 1976, admitió que a partir del golpe de Estado su función como comisario fue prestar las instalaciones de esa dependencia para que las Fuerzas Armadas alojaran los presos, pero no pudo recordar que haya visto a detenidos heridos o torturados. Orosco contó que llegaban detenidos a toda hora, hombres y mujeres, que eran alojados en pabellones o en celdas individuales si estaban incomunicados, y agregó que muchas veces esos presos eran sacados de la comisaría por el personal militar y en algunas ocasiones volvían y en otras no. El ex comisario indicó que “por su buen trato a los detenidos, las máximas autoridades militares pidieron su traslado” y lo enviaron a una comisaría rural en la localidad de Maipú.
En este juicio se juzgan los delitos de lesa humanidad cometidos en la comisaría cuarta de Mar del Plata y el centro clandestino de detención conocido como La Cueva, ubicado en el ex radar de la Base Aérea Mar del Plata, así como también en la comisaría primera y en la subcomisaría Villa Díaz Vélez de Necochea.
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