Son los procesos en el marco de las causas conocidas como “Base Naval III” y “Circuito represivo Necochea, Comisaría 4ª y La Cueva”.
Los diarios de la época hablaban de “niñas abandonadas por sus padres” en el Hospital Interzonal General de Agudos de Mar del Plata, pero se trataba en realidad de las pequeñas hijas de María Cristina García Suarez y Patricia Valera, dos militantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) que habían sido secuestradas junto con otra compañera, Mirta Libran, el 4 de febrero de 1978 en una vivienda de Necochea, donde se habían radicado para escapar de la represión. Así lo contó Héctor Daniel Bonn, pareja de María Cristina en aquel entonces, en la reanudación del juicio en el que se investigan los crímenes cometidos en la Base Naval de Mar del Plata durante la última dictadura cívico-militar.
Dos procesos que empezaron el año pasado dieron comienzo nuevamente luego de la feria judicial de enero en la ciudad balnearia. Se está juzgando a 30 represores, 14 de los cuales forman parte de la causa denominada Base Naval II, y a los otros 16 se los imputa en el juicio que corresponde al circuito represivo de Necochea, Comisaría 4ª de Mar del Plata y el Centro Clandestino de Detención de la Base Aérea conocido como La Cueva.
Eduardo Félix Miranda declaró sobre su cautiverio en La Cueva tras su secuestro el 10 de octubre de 1976. Ese año, el 17 de octubre, un día de celebración para un militante de la Federación de Estudiantes Peronistas como él, cayó Día de la Madre y le tocó pasarlo detenido. Sus verdugos les decían: “por culpa de ustedes sus madres están sufriendo, hijos de puta”, aseguró.
Cuando lo liberaron le advirtieron que la condición era que se anotara en el servicio militar obligatorio. Para no realizar la conscripción en Mar del Plata con el riesgo de encontrarse con quienes lo habían tenido en cautiverio se anotó como paracaidista del ejército en la ciudad de Córdoba. Permaneció durante 15 meses en los que nuevamente fue víctima de torturas y maltratos, a causa de lo que sufrió una descompensación y debió recibir atención psiquiátrica. Claudia Miranda, su hermana, aseguró que Eduardo volvió a tener episodios maníaco-depresivos a los 32 años y que le sucedía “cada vez que había hechos políticos donde se recordaba el golpe de Estado”.
En el juicio, Héctor Daniel Bonn habló de la desaparición de su pareja María Cristina García Suárez el 4 de febrero de 1978, secuestrada junto con sus compañeras de vivienda y militancia en el PCML, Patricia Valera y Mirta Libran, en Necochea.
En el ’84 pudo reconstruir los hechos cuando se entrevistó con los vecinos del lugar que le contaron que el operativo fue realizado por un grupo de personas de civil, armados, que se llevaron a las tres mujeres y a las pequeñas hijas de María Cristina y Patricia que luego aparecieron en el Hospital Interzonal de Mar del Plata como “niñas abandonadas por sus padres”, según consignaron algunos diarios de la época. Tras difíciles gestiones, Héctor pudo recuperar a su hija de un año y medio que padecía una enfermedad que le afectaba la tonicidad muscular. La otra niña era hija del secretario general del PCML, Oscar Ríos, desaparecido al igual que su pareja Patricia Valera.
Durante su exilio, Héctor Daniel Bonn se encontró en 1980, en Holanda, con Oscar Alfredo González, otro camarada, que le contó que había compartido cautiverio con María Cristina en la Base Naval de Mar del Plata “donde había compañeros detenidos y torturados”. Este le aseguró que hasta marzo del ’78 todavía estaba con vida.
Por su parte, declaró Graciela Arriola, que aportó más datos sobre desapariciones de militantes del PCML y la persecución de la que fue víctima. Contó que el 26 de febrero del ’78 vivía en un complejo de departamentos en Mar de Ajó, cuando salió un instante a buscar a su hijo para que entrara a comer y allí vio cómo cinco personas ingresaban al lugar.
Pudo presenciar el secuestro de una de sus compañeras. “A las 6 de la tarde veo a Silvia Siscar entrar a un auto acompañada de dos hombres”, relató. Tras este episodio, Graciela se alejó de la vida que llevaba hasta el momento y recién volvió a ver a su hijo al año siguiente, cuando su suegro se exilió en Suecia. En ese reencuentro su hijo le contó que esa tarde vio a su otro compañero, Juan Miguel Satragno, “tirado en un charco de sangre, pero no sé si vivo o muerto”, dijo. “En mi situación de prófuga parí dos hijos que me salvaron la vida porque me dieron fuerza para seguir viviendo”, finalizó su relato Graciela con la voz entrecortada. El miércoles 22 de febrero continúan las audiencias y se realizará la inspección ocular al centro clandestino de detención La Cueva, perteneciente a la Base Aérea
Los diarios de la época hablaban de “niñas abandonadas por sus padres” en el Hospital Interzonal General de Agudos de Mar del Plata, pero se trataba en realidad de las pequeñas hijas de María Cristina García Suarez y Patricia Valera, dos militantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) que habían sido secuestradas junto con otra compañera, Mirta Libran, el 4 de febrero de 1978 en una vivienda de Necochea, donde se habían radicado para escapar de la represión. Así lo contó Héctor Daniel Bonn, pareja de María Cristina en aquel entonces, en la reanudación del juicio en el que se investigan los crímenes cometidos en la Base Naval de Mar del Plata durante la última dictadura cívico-militar.
Dos procesos que empezaron el año pasado dieron comienzo nuevamente luego de la feria judicial de enero en la ciudad balnearia. Se está juzgando a 30 represores, 14 de los cuales forman parte de la causa denominada Base Naval II, y a los otros 16 se los imputa en el juicio que corresponde al circuito represivo de Necochea, Comisaría 4ª de Mar del Plata y el Centro Clandestino de Detención de la Base Aérea conocido como La Cueva.
Eduardo Félix Miranda declaró sobre su cautiverio en La Cueva tras su secuestro el 10 de octubre de 1976. Ese año, el 17 de octubre, un día de celebración para un militante de la Federación de Estudiantes Peronistas como él, cayó Día de la Madre y le tocó pasarlo detenido. Sus verdugos les decían: “por culpa de ustedes sus madres están sufriendo, hijos de puta”, aseguró.
Cuando lo liberaron le advirtieron que la condición era que se anotara en el servicio militar obligatorio. Para no realizar la conscripción en Mar del Plata con el riesgo de encontrarse con quienes lo habían tenido en cautiverio se anotó como paracaidista del ejército en la ciudad de Córdoba. Permaneció durante 15 meses en los que nuevamente fue víctima de torturas y maltratos, a causa de lo que sufrió una descompensación y debió recibir atención psiquiátrica. Claudia Miranda, su hermana, aseguró que Eduardo volvió a tener episodios maníaco-depresivos a los 32 años y que le sucedía “cada vez que había hechos políticos donde se recordaba el golpe de Estado”.
En el juicio, Héctor Daniel Bonn habló de la desaparición de su pareja María Cristina García Suárez el 4 de febrero de 1978, secuestrada junto con sus compañeras de vivienda y militancia en el PCML, Patricia Valera y Mirta Libran, en Necochea.
En el ’84 pudo reconstruir los hechos cuando se entrevistó con los vecinos del lugar que le contaron que el operativo fue realizado por un grupo de personas de civil, armados, que se llevaron a las tres mujeres y a las pequeñas hijas de María Cristina y Patricia que luego aparecieron en el Hospital Interzonal de Mar del Plata como “niñas abandonadas por sus padres”, según consignaron algunos diarios de la época. Tras difíciles gestiones, Héctor pudo recuperar a su hija de un año y medio que padecía una enfermedad que le afectaba la tonicidad muscular. La otra niña era hija del secretario general del PCML, Oscar Ríos, desaparecido al igual que su pareja Patricia Valera.
Durante su exilio, Héctor Daniel Bonn se encontró en 1980, en Holanda, con Oscar Alfredo González, otro camarada, que le contó que había compartido cautiverio con María Cristina en la Base Naval de Mar del Plata “donde había compañeros detenidos y torturados”. Este le aseguró que hasta marzo del ’78 todavía estaba con vida.
Por su parte, declaró Graciela Arriola, que aportó más datos sobre desapariciones de militantes del PCML y la persecución de la que fue víctima. Contó que el 26 de febrero del ’78 vivía en un complejo de departamentos en Mar de Ajó, cuando salió un instante a buscar a su hijo para que entrara a comer y allí vio cómo cinco personas ingresaban al lugar.
Pudo presenciar el secuestro de una de sus compañeras. “A las 6 de la tarde veo a Silvia Siscar entrar a un auto acompañada de dos hombres”, relató. Tras este episodio, Graciela se alejó de la vida que llevaba hasta el momento y recién volvió a ver a su hijo al año siguiente, cuando su suegro se exilió en Suecia. En ese reencuentro su hijo le contó que esa tarde vio a su otro compañero, Juan Miguel Satragno, “tirado en un charco de sangre, pero no sé si vivo o muerto”, dijo. “En mi situación de prófuga parí dos hijos que me salvaron la vida porque me dieron fuerza para seguir viviendo”, finalizó su relato Graciela con la voz entrecortada. El miércoles 22 de febrero continúan las audiencias y se realizará la inspección ocular al centro clandestino de detención La Cueva, perteneciente a la Base Aérea
Por: Lisandro Contreras
La verdad es que me parece genial que siga avanznado el juicio y recibir lo que se merecen todos los culpables en mar del plata
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